por Dr. Enrique Emmanuel Castelán Chávez, México D.F.
Pediatra Alergólogo
Ced. Prof. 7605185 UAV · Ced. Esp. 8567074 Hospital Infantil de México Federico Gómez ·
Consejo Mexicano de Certificación en Pediatría · Consejo Mexicano de Inmunología Clínica y Alergia · World Allergy Organizatión/European Academy of Allergy and Clinical Immunology (Junior Member)
Tel. 55.5601.1577 y 55.5601.1577· www.alergiaypediatria.com.mx · alergiaypediatria@doctor.com
La medicina es una ciencia, y como tal, evoluciona constantemente, Lo que hace quinientos años era “la verdad científica”, seguramente hoy ya no lo es, y ¿eso quiere decir que los científicos de hace 500 años eran ignorantes, o inclusive malvados? claro que no, pero la ciencia avanza, y avanza como un todo, descubriendo cada vez nuevas verdades y ofreciéndonos nuevas maneras de cuestionar lo que antes pensábamos.
Para un ejemplo sencillo, si le hubieran preguntado al mejor científico de 1400 ¿cuál es la forma de la Tierra?, el mejor conocimiento científico de ese entonces sólo nos daba para responder “Plana, algunos piensan que es redonda, pero hasta no demostrar lo contrario, parece que sí es plana”. Y aunque ya habían muchas hipótesis sobre la forma de la Tierra, no fue sino hasta que Magallanes le dio una vuelta completa a la Tierra, que terminó de comprobar lo que muchos habían pensado ya: “La Tierra es redonda (esférica)”.
En esta nota, vamos a conocer cuál era la “vieja escuela” de la alimentación complementaria (introducirle los alimentos a nuestros bebés), y luego conoceremos como hemos avanzado y a donde ha evolucionado nuestra “verdad científica”.
La “Vieja Escuela”.
Las enfermedades alérgicas se han incrementado considerablemente en las últimas décadas, por lo que es deber de la comunidad médica investigar, averiguar y hacer algo al respecto para intentar frenar, y posteriormente revertir este incremento sin precedentes de las enfermedades alérgicas.
En los años 70s se encontró en un estudio que los niños que empezaban los alimentos demasiado temprano (antes de los 4 meses) podían tener un riesgo incrementado de dermatitis atópica. En medicina, ante la incertidumbre, siempre es mejor pasarnos de “preocupones” que de “despreocupados, por lo que con base en esos estudios, las recomendaciones vigentes en el año 2000 incluían:
- Pura lactancia materna hasta los 6 meses.
- No dar lácteos hasta el año.
- Huevo hasta los 2 años.
- Pescado, nueces y cacahuate (que es una leguminosa) hasta los 3 años.
El progreso en el conocimiento científico
A partir de los 4 meses de vida, nuestras enzimas alimentarias (proteínas encargadas de digerir adecuadamente los alimentos) ya funcionan a la totalidad, eso quiere decir que nuestro estómago ya es capaz de digerir el alimento que nosotros introduzcamos en él, pero ¿eso quiere decir que hay que empezarle alimentos a TODOS los bebés de 4 meses? No, el tracto digestivo es sólo una de muchas piezas en el tremendamente complejo rompecabezas que es el cuerpo, y por eso a partir del 2008 la Asociación Americana de Pediatría recomendó que podemos empezar los alimentos cuando alcancemos cierto grado de desarrollo, que lo podemos resumir en los siguientes puntos:
- Que el bebé tenga un buen control de su cabeza (sostén cefálico).
- Que abra la boca cuando se le aproxima comida a la boca.
- Que sea capaz de llevar la comida desde una cuchara a través de su garganta.
- Cuando haya duplicado el peso de nacimiento (en promedio pesamos 3kg al nacer, por lo que a manera de generalidad, solemos usar 6kg como la marca de este objetivo).
-Tener 4 meses cumplidos (para haber alcanzado la madurez del intestino y de sus enzimas alimentarias).
Algunos bebés habrán alcanzado estos objetivos a los 4 meses, otros hasta los 6 meses; en ambos casos esto es perfectamente normal y lo único que nos va a cambiar es cuando es el primer momento en que podemos iniciar la alimentación complementaria (introducción de los alimentos).
La “Nueva Escuela”.
En el 2004, por primera vez, un estudio encontró que dar de manera tardía leche y huevo se asoció a un mayor riesgo de padecer dermatitis atópica, y en el 2006 se encontró que esperarse hasta los 6 meses no ofrecía protección alguna con respecto a las enfermedades alérgicas. Gracias a estos estudios comenzó un gran interés en la comunidad médica, sobre qué más podríamos encontrar si seguíamos buscando en esta nueva línea de investigación y se fueron realizando cada vez más estudios que demostraron muchas cosas más: iniciar los cereales después de los 6 meses incrementaba el riesgo de alergia al trigo, dar de manera tardía papa, avena, centeno, carne, huevos y pescado se asocia a riesgo incrementado de alergias a alimentos, e inclusive a alergias ambientales (respiratorias).
Aun así seguía el miedo, de si hay alimentos más alergénicos que otros, por lo que se hicieron estudios específicos. Uno de ellos demostró que dar huevo entre los 4 y los 6 meses se asoció al menor riesgo de presentar alergia al huevo, sin importar si en la familia habían antecedentes o no de alergia.
Con respecto al cacahuate, en el Reino Unido, Australia y Estados Unidos, a pesar de una estricta evitación de cacahuates en los menores de 2 años, seguía incrementando la alergia a éstos, y en Israel seguía bajando cada año. Pero se fijaron en algo: En Israel, el promedio de consumo de cacahuate de los bebés de 8 a 14 meses es de 7.1 gramos al mes, contra los 0 gramos al mes de los países anteriores, lo que abrió las puertas a hacer estudios específicos sobre la introducción del “temido” cacahuate en los bebés.
Y el beneficio no pudiera ser sólo para alergias, sino para enfermedades autoinmunes (no alérgicas) también. En Suecia encontraron que introducir el trigo antes de los 6 meses, podía disminuir los riesgos de presentar enfermedad celiaca, una enfermedad autoinflamatoria asociada a la ingesta del trigo.
Realidad: Dependiendo del desarrollo de nuestro bebé, podemos determinar si empezamos a los 4 ó a los 6 meses la alimentación complementaria. Si introducimos todos los alimentos antes de los 8 meses, disminuiremos el riesgo de presentar alergias alimentarias. El esperarse en la manera tradicional (lácteos al año, huevos a los 2 y nueces, cacahuate y pescado a los 3) no sólo no los protege de alergias, sino se asocia a mayor riesgo de presentarlas más adelante. M