por Dr. Alberto Monteverde Maldonado
Médico Internista y Alergólogo
“Ha habido en el mundo tantas pestes como guerras y, sin embargo, pestes y guerras toman a las gentes siempre desprevenidas.”
Albert Camus / La peste
Las primeras infecciones por el virus del Ebola datan de 1976 cerca del Río Ébola en lo que ahora se conoce como la Republica Democrática del Congo, cuando emergen dos subtipos de virus del Ébola, uno el llamado tipo Zaire, que conlleva una mortalidad del 90% y otro subtipo denominado Sudán, con mortalidad del 50% de los casos; sin embargo, existen también los subtipos Ivory Coast, Bundibugyo, y Reston.
La alta mortalidad del virus del Ébola es debida a que produce una fiebre hemorrágica caracterizada por defectos en la coagulación, fuga capilar y estado de choque. Por mucho el brote epidemiológico más grande de infección por Ébola tiene lugar en este mismo instante en África en la región Oeste con el subtipo Zaire.
Sabemos hasta el momento que esta epidemia se desató en Guinea confirmada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en Marzo de este 2014. El paciente 0 (cero) fué un niño de 2 años de Guinea que empezó con fiebre, vómito y evacuaciones obscuras sin otro signo de hemorragia. El brote se expandió subsecuentemente a Liberia, Sierra Leona, Nigeria, Senegal y Mali. Conocemos que la epidemia actual resulta del contagio persona a persona ya sin reservorio animal y que su tasa de mortalidad ronda el 70%.
La magnitud de la epidemia, como sucede siempre, ha sido subestimada, esto en gran parte por la excesiva cantidad de pacientes en África que se atienden fuera de los servicios de salud “convencionales”; hasta la terminación de este artículo (29/Nov/14) llevamos más de 16,000 personas infectadas, de las cuales han muerto alrededor de 6,000; esto incluye a 588 trabajadores de la salud de los cuales aproximadamente el 55% han fallecido.
Una vez que un individuo se infecta, la transmisión ocurre de persona a persona a través del contacto con sangre o “fluidos” del individuo, el problema es que el concepto de “fluidos” del individuo es muy amplio (sudor, lagrimas, secreción nasal, semen, lubricación genital, vomito, leche materna, diarrea, orina etc.). Aún así y dada la experiencia de la transmisión con otras enfermedades virales, son probablemente las manos la principal vía de contagio directa o indirectamente ya que se puede adquirir al contacto con objetos que estuvieron en contacto con la persona enferma. Si alguien enfermo de Ébola estornuda lo suficientemente cerca de una persona sana, lo puede contagiar, sólo que los estornudos no son el principal síntoma del Ébola. Por otro lado, no existe evidencia hasta el momento que los mosquitos u otros insectos puedan transmitir la enfermedad (gracias a Dios… imagínense…).
Debido a la rapidez con que el virus produce la muerte de las personas, ha sido difícil el estudio inmunológico de la enfermedad, pero de lo que sí estamos seguros, es que disminuye la respuesta inmunológica inhibiendo la liberación de Interferón I. Los macrófagos infectados por el virus del Ébola, liberan grandes cantidades de Factor de Necrosis Tumoral Alfa, Interleucinas 1, 6, proteína quimiotáctica de macrófagos, Factor Tisular (pro coagulante) y óxido nítrico. La necrosis de las células infectadas por el virus inducen la liberación de los mismos mediadores en grandes cantidades así que es mayormente la respuesta del hospedero la causante de la fiebre, hemorragia y vasodilatación más que el efecto tóxico del virus per sé.
La inmunidad que falla en la infección por el virus del Ébola, es la inmunidad adquirida y falla en la célula directriz de esta respuesta que es la célula dendrítica, pues es el sitio con mayor replicación viral conocido hasta el momento. Además, el virus del Ébola inhibe la maduración de las células dendríticas, obstruyen la presentación de antígenos a los linfocitos y promueven la liberación de citosinas proapoptósicas para linfocitos, lo cual explica la falta de formación de suficientes anticuerpos contra el Ébola en esta enfermedad.
Los pacientes contagiados de Ébola tienen un inicio súbito de manifestaciones de 8 a 12 días después de la primo infección (pero actualmente este periodo sabemos que puede variar de 2 a 21 días aprox.) No existe evidencia al momento, que nos diga fehacientemente que la gente en esta etapa asintomática sea infecciosa, pero como medida preventiva se debe asumir siempre que sí y evitar el contacto con personas que a su vez hayan tenido contacto cercano dentro de los 21 días con alguien que sí desarrolló la enfermedad.
Los síntomas del Ébola son muy generales y al inicio pueden bien ser los de cualquier infección viral: Inicio súbito de fiebre, malestar en general, debilidad, pérdida del apetito, tos, dolor de garganta, rash cutáneo. A los días de aparecer estos síntomas se empieza a presentar entonces la diarrea, nausea, vómito, dolor abdominal. Conforme avanza la enfermedad y si no hay mejoría se pueden presentar síntomas más severos a los 6 ó 7 días aproximadamente en donde ya se incluyen las alteraciones de la coagulación con sangrados en los sitios de las venopunciones, petequias, y sangrado en evacuaciones. Los pacientes que sobreviven se recuperan habitualmente a los 6 días de iniciados estos síntomas, los que se complican habitualmente fallecen entre los días 6 a 16 de iniciada la enfermedad. Evidentemente, los sangrados espontáneos son marcadores de mal pronóstico.
Al no existir hasta el momento ningún tratamiento probado ni vacuna para el Ébola que haya demostrado su eficacia, realmente el tratamiento del paciente en los hospitales es sólo de soporte. Existen terapias experimentales las cuales seguramente empezaremos a ver surgir para finales del próximo año, y entre ellas está el famoso ya “ZMapp”, que no es más que un coctel de tres anticuerpos monoclonales dirigidos contra una glicoproteína del virus, que al parecer sólo es efectivo si se administra en los primeros días de la aparición de los síntomas de la enfermedad... para empezar, y para acabar, no hay todavía una forma comercial del mismo. Existe en la actualidad un medicamento antiviral en fase de experimentación, el brincidofovir y por último el más promisorio de los tres, el TKM-Ébola, que es una molécula que inhibe al RNA mensajero viral del Ébola y que en Enero del 2014 paso a la fase I de su estudio clínico y que actualmente es prioritario.
Por el momento en México no se ha detectado ningún caso de Ébola hasta el cierre de esta edición, aún así, ante la sospecha lo mejor es acudir con su médico o a las autoridades sanitarias, sobre todo si existe el antecedente de un viaje reciente al África o haber tenido el contacto con alguien de ese continente y que empiecen alguna de las manifestaciones ya descritas. MH
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El Dr. Alberto Monteverde Maldonado es Alergólogo e Inmunólogo / Internista en la Clínica del Noroeste de Hermosillo Sonora. Médico Adscrito al Servicio de Alergia e Inmunología Clínica del ISSSTE. Catedrático de Inmunología Básica en el Universidad Durango Santander. Presidente del Capitulo del Noroeste de Alergia e Inmunología Clínica de CMICA. Secretario General del Colegio de Alergia de Sonora y miembro activo del American College of Physicians.
